Desde su planteamiento inicial hecho por nuestro fundador Richard Patrick Saunders, Futuro para la Niñez se concibió, como un MODELO EDUCATIVO, pero no dentro de lo tradicional, sino como un modelo alternativo tomado de la esencia misma de la palabra educación.
Mirando el programa Futuro para la Niñez como un modelo de educación comunitaria, es apenas lógico, buscar en sus elementos constitutivos factores de naturaleza pedagógica, en nuestro caso seleccionamos como motivación el bienestar de los niños y niñas.
El instinto más arraigado, es seguramente, la conservación, en su doble sentido, mantener su ser personal y asegurar la supervivencia de la especie. Ambos aspectos convergen en los instintos paternos y maternos que llevan a ver en cada hijo la propagación del propio yo y su prolongación.
Estos instintos buscan, desde el ámbito de la no conciencia, satisfacer la necesidad de sobrevivir y mejorar continuamente.
Por tanto, es preciso impulsar las condiciones para que las personas jóvenes y adultas que rodean a la niñez, puedan reconocer sus propias potencialidades; participar, conocer y ejercer sus deberes y derechos ciudadanos y, a la vez reconocer y defender los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes –tanto los postulados de la Convención de la Asamblea General de Las Naciones Unidas de 1989, ratificada en Colombia por medio de la Ley 12 de 1991, como el marco legislativo nacional–, todos ellos, factores esenciales para que puedan incidir protagónicamente en los procesos y dinámicas sociales que los involucran.
Respeto por la dignidad del ser humano, dicho respeto supone:
Las actitudes paternalistas y las intervenciones excesivas coartan la libertad y autonomía de quienes reciben algún tipo de acompañamiento, lo que impide despertar en ellos su sentido de pertenencia y compromiso, su empoderamiento y su capacidad de autogestión. Además, genera dependencia, lo que refuerza los liderazgos autocráticos de curso tan nefastos en la acción comunitaria.
La imparcialidad y la neutralidad: no favorecer exclusivamente a alguien o a un subgrupo determinado, sino establecer relaciones equitativas, libres de actitudes de imposición, solo en función de las necesidades que sean identificadas y priorizadas por la comunidad.
En ello subyace el no hacer juicios con respecto a las creencias, manifestaciones, valores o patrones culturales que demeriten a las comunidades o que impongan la propia cultura por considerarla mejor y más conveniente que la de los demás.
En FUTURO, el gestor social tiene que comprometerse con cada comunidad: con sus reflexiones, con sus decisiones, con sus proyectos, con su crecimiento, con su entorno.
La demostración tal vez sea la manera más efectiva de convencer a una comunidad de que, al igual que otra, puede emprender con éxito un proyecto deseado. De ahí la importancia de las giras pedagógicas y la conversación entre pares, para que se motiven por el bienestar ya alcanzado por sus semejantes.
La Corporación en su ejercicio de trabajo con comunidades, mirado desde su carácter pedagógico, ha validado la importancia de las giras, pasantías y encuentros comunitarios como estrategias para el aprendizaje. Este ejercicio cobra su validez ya que las personas con quienes trabajamos (campesinos) son personas de mente práctica, no acostumbradas a la academia y a recibir conocimientos teóricos y sí a aprender lo que necesitan en la vida práctica para la supervivencia y así mejorar sus condiciones de vida.
Lo anterior, rompe con el paradigma de que los expertos son los que enseñan; en nuestro quehacer diario encontramos, con sorpresa, que entre los campesinos hay muchas experiencias prácticas que pueden ser compartidas y de más fácil aprendizaje para ellos, debido a la diferencia en los códigos que manejan los asesores de campo: ¿Acaso deben saber y aprender con los mismos códigos que aprendimos nosotros? este es el gran reto que nos queda para seguir descubriendo.
Dignificar al ser humano implica reconocerlo como ser autónomo, con plena capacidad para tomar decisiones y trabajar con otros para transformar su entorno.